sábado, 20 de marzo de 2010

Ratio Anselmi, versión jocosa

Navegando por la red se encuentran cosas curiosas. Luego no me digais que la filosofia medieval no tiene su lado divertido...









lunes, 8 de marzo de 2010

Logica medieval



La caricatura es del Maestro. Simplemente me apetecía ponerla y además es apropiada.

Pero entrando en tema: El desarrollo de la lógica medieval tuvo su auge en el siglo XIV, pero podemos remontar los inicios en el XII en el occidente cristiano y seguramente mucho antes en el mundo islámico y judío. Las doctrinas lógicas en la Edad Media son el resultado de una mezcla de sistemas peripatéticos y estoicos. Sobretodo los estoicos se encuentran profusamente en Galeno, Boecio y en numerosos musulmanes, como Avicena. La lógica estoica se desarrolló como reacción más o menos consciente a Aristóteles, pero sus tendencias nominalistas les llevaron a rechazar el estudio de las formas y sus relaciones internas (algo importante en la silogística de Aristóteles). Además, como consideraban que la demostración es un argumento que infiere lo menos conocido de lo mejor conocido, y que la dialéctica es el estudio de las relaciones entre los signos y las cosas significadas, se vieron obligados a desarrollar esa rama del estudio de la inferencia que se ocupa especialmente de las formas proposicionales hopotética y disyuntiva. El interés medieval en la naturaleza de la implicación (consequentia) tiene su origen en estos planteamientos estoicos.

Por ejemplo, Crisipo definió la relación entre el antecedente y el cnsecuente de las proposiciones condicionales: "Si p entonces q" es verdadero a condición de que p sea incompatible con la negación de q.

Esta definición es la que adoptaron la mayoría de autores medievales. También los estoicos formularon casi todas las reglas básicas de la inferencia proposicional: Modi ponendo ponens, tollendo tollens, ponendo tollens y tollendo ponens. También aportaron la lecta de las proposiciones, que atañe a aquello de lo que tratan los enunciados.

Boecio fue quien transmitió al mundo medieval gran parte de la lógica antigua (Comentarios a la Isagoge de Porfirio, De interpretatione de aristóteles, y en sus tratados sobre el silogismo categórico e hipotético). A él se debe la doctrina, tan importante en la concepción medieval de la semántica, de que algunas palabras significan cosas (o más bien pensamientos de cosas) mientras que otras significan palabras. Hoy día lo llamamos términos de primera imposición y de segunda imposición. Asímismo, el problema introducido por Aristóteles de la verdad de las proposiciones relativasa acontecimientos futuros contingentes fue comentado extensmente por Boecio. Todas las discusiones medievales sobre ello se deben a mi tocayo.

Después de Boecio, un erial. Hasta Abelardo. Este estaba muy interesado en la naturaleza de la implicación (consequentia) y distinguía entre implicaciones puramente formales e implicaciones cuya validez depende también de la naturaleza de las cosas. esta distinción es el prototipo de la que hicienron después entre consecuencia formal y consecuencia material. También desarrolló lo que posteriormente sería el problema de las paradojas de implicación.

Hasta el siglo XII los escolásticos no dispusieron del Organon cmpleto de Aristóteles. Y fue entonces que pudieron desarrollar un poco la lógica, y más cuando conocieron a Avicena (más bien cunado lo tradujeron). Avicena también tenía teorías de primeras y segundas intenciones, similar a los boecianos primera y segunda imposición. Las primeras intenciones son pensamientos sobre cosas exteriores al alma, mienras que las segundas son pensamientos sobre pensamientos.

Los principales temas de los lógicos medievales (dejando de banda los del Organon, claro) son:
  1. Los términos sincategoremáticos.
  2. Las doctrinas sobre la suposición de los términos.
  3. la teoría de la implicación (consecuencia).
  4. el debate sobre los insolubles (problemas de difícil solución, como la paradoja del mentiroso).

viernes, 5 de marzo de 2010

Bordeaux y la memoria

En mis ya habituales viajes a Bordeaux paso de forma ineludible por el mismo lugar. Siempre. El tren desde la gélida Limoges cruza el río por uno de sus puentes y va a desembocar en la Gare Sant Jean, en un viaje tan tranquilo como, después de ya tantas ocasiones, hermoso. Y las vistas que se me ofrecen son las mismas que tuve en la primera ocasión que fui allí. Semejantes a las de esta foto. En aquel entonces, otoño de 2009, esperaba salir de una época especialmente mala en Barcelona, y nada más llegar allí me atuve a una realidad diferente, como fantasmal, fruto de un constante vagar sin rumbo, solo y sin prisa. Todas las mañanas me ponía en marcha y tras atravesar las cercanías del cementerio y la plaza Gambetta, acababa mi recorrido en la iglesia de Saint Pierre, donde siempre escuchaba gregoriano. Echando un vistazo al mapa, en más de una ocasión me daba cuenta de la barbaridad del camino andado y lo engañosas que son las distancias en esta ciudad.

Pero volviendo a la foto. Y al puente. Y al tren. Mis andanzas por esos caminos contrarían mi habitual modo de vagar, que busca de modo imperceptible nuevos atajos y modos de llegar en oposición a mi modo habitual de vivir en rutinas que incluyen realizar siempre la misma ruta. Y no deja de sorprenderme hallarme siempre llegando al mismo lugar, al que mi memoria asocia a ya tantas lecturas diferentes que me sorprendo evocando cosas inverosímiles en el mismo espacio. San Agustín se mezcla con Jaritos, Vázquez-Montalban y Lovecraft. Y rememoro el problema de los universales y la crisis averroista junto a las diatribas en griego de un policía muy humano que busca resolver un asesinato. Y todo a la par que mi mente atraviesa líneas arbitrarias en la contemplación de los ya conocidos contornos de la ciudad, el dichoso "skyline" en el idioma de los bárbaros del norte. Pero siempre con diferentes tonos de luz que revelan la ahora familiar silueta en mil impresiones que mi memoria interpreta según los vericuetos casi incoherentes de mis lecturas. Y en mi memoria surgen espacios que temo sólo la fatiga del viaje y el madrugón del obligado transbordo pueden explicar, al modo de mis juegos de palabras pero en un nivel, me temo, aún ignorado por mi pobre consciencia. Qué diferente de aquella primera vez. Las impresiones de la memoria no deberían volerse a grabar en sucesivos estados afectivos, pues las escenas que parecen ocupar el espacio de un recuerdo se aparecen ahora como efímeras, fugaces, marcando en la misma memoria el recuerdo de la fragilidad de la propia memoria.

Curiosa sensación. Para explicarla hay que narrar una larga historia dentro de la historia de la psicopatología. Ah, ¿Una versión abreviada, me pedís? Desde luego que puedo darla: Es una curiosa sensación. Que tengáis muy buenos días.

Biblioteca de Umberto Eco

Se podrá disfrutar en Bolonia. Al parecer estimó que podía ser difrutada así durante los próximos 90 años. Es su biblioteca personal, que te...